LA DEPENDENCIA AL TABACO

El tabaco provoca dos tipos de dependencia: la física y la comportamental.

Estas dependencias son las que hacen que la deshabituación sea más difícil.

De todas formas, pueden y deben diferenciarse, puesto que cada individuo es más o menos sensible a una u a otra.

Además, para tener más posibilidades de dejar de fumar, es necesario identificar cual es nuestra dependencia dominante.


LA DEPENDENCIA FÍSICA A LA NICOTINA

En cada calada, la nicotina llega al cerebro en menos de 10 segundos y provoca la secreción de dopamina, la molécula responsable de nuestro bienestar.

De este modo, la dependencia a la nicotina tiene su origen en la sensación de placer proporcionada por esta endorfina que normalmente segregamos al vivir una situación agradable.

Fumar permite recrear de forma artificial la sensación de relajación incitando al cerebro a producir dopamina «por encargo».

La nicotina crea una dependencia más rápida que la cocaína o la heroína.
LA DEPENDENCIA COMPORTAMENTAL

El alto índice de recaída de fumadores que han recurrido a recursos sustitutos nicotínicos durante la deshabituación demuestra que la dependencia comportamental es la más difícil de superar.

Esta dependencia es el resultado de la asociación que existe entre el acto de fumar y las situaciones de la vida cotidiana (dependencia sociológica) y a las emociones relacionadas (dependencia psicológica).

Fumar se convierte en un acto reflejo cuando uno está nervioso, triste, contento, excitado, cansado... También al tomar un café o una copa, al salir por la noche o después de hacer el amor.

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